LLUVIA
Hay días en que la lluvia ruge un poco por mí
momentos de llantito interno y un té que se enfría
en la mesada de la cocina.
Otros en que la lluvia barre las maldiciones de la semana:
haber mirado demasiado tiempo la cara de un desconocido
decirme las palabras incorrectas mientras acaricio mi vientre tibio
y suave como una masa inyectada de levadura.
Hay días en que la lluvia no me pertenece,
no me duele el estómago por ella
no puedo arrojar -tampoco- una plegaria
al centro de mí misma.
Aprendo de la lluvia su movimiento,
la música que bate las hojas de los árboles
para volver a la escena más dramática.
Aprendo de la lluvia su mesura,
su contestación urgente pero acertada.
Hay días en que la lluvia me devuelve
a la hipótesis infinita
de un día como hoy
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