COMO UNA MOSCA





Dos moscas copulan sobre la mesa negra. Una vibración pequeña pero potente las mece suavemente. Quisiera ser mosca y vibrar sobre la mesa. Tener alas dentro de una casa ajena que tiene las ventanas abiertas y deja al sol colarse. Contemplar una salida próxima y disponible. Tentarme con el calor de las cuatro paredes blanquecinas como nieve. Esperar sobre la mesa que otra vibración me alcance, y estar lo suficientemente eléctrica como para que no me importe:
morir de un golpe seco,
ser arrastrada al piso con el envión de un repasador azul y blanco cuadrillé.

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