Nido de paja

Revisó la idea de cambiar de cama por segunda vez. El colchón sucio y gastado pudriendo las maderas de las cuatro patas, develaba las causas de su suerte deshecha. 
Sonrió al pensar en los sueños que tímidamente le dejaron algunos mensajes sobre su vida y sobre cómo entenderla. 
Abandonar un espacio que es escenario de otros escenarios. Abandonar. Un cuadrado que es el círculo de un triángulo. Y abandonar; con la conciencia de un pájaro sin estrategia. Crear un nido para luego liberarlo de sí mismo.
Y pensó también, en los 4, 5 habitantes que había tenido su nido; en cuántos pronunciaron juramentos que olían al igual que su colchón; en cuántas de sus células quedaron aferradas a la goma espuma. Ahora tendría que matarla. Abrirla en pedacitos, vaciarla de sentido. Tendría que romperle la piel hasta llegar a su carne. Cambiar de cama como cambiar de mundo y nombre. Esconder las pruebas y limpiar la sangre; tirarla al río más discreto y estafador del planeta.
Luego volvería alterada, temblando por el poder que le confirió haber podido. Regresaría al piso que tuvo tantas sombras, a la incomodidad de los lujos culturales, a juntar paja por paja, de nuevo, todo el mundo, otra vez